Chajá, Chauna torquata
Es residente.
Es residente.
Poema de Marcelino M. Román 1944:
Grisáceos tonos acopia su sencilla vestidura, sin más lujo que una hilacha sobre la cabeza oscura.
Para vivir busca el bajo donde el pasto verde abunda, la vecindad de los ríos, las cañadas y lagunas.
El monte no lo seduce; el descampado le gusta; tender el ojo a lo lejos y contemplar la llanura.
Por el estero en bandadas se banquetea con verduras; pero se aparta en casales cuando el destino madura. (Dicen que entre esos esposos no hay peleas ni diabluras).
Cuando el espacio lo tienta raudo entre las nubes cruza; en el aire se aliviana y se duerme en las alturas.
Armado está del valor de su estirpe corajuda, y además con otras armas a su coraje lo ayuda: una lanza a cada lado y un cuchillo por las dudas.
Centinela que no yerra ni en la noche más oscura, tiende una antena al peligro su vigilancia segura.
Vibrando su tenso alerta que hiere la paz nocturna, su grito llena la sombra de interrogaciones duras.
Grisáceos tonos acopia su sencilla vestidura, sin más lujo que una hilacha sobre la cabeza oscura.
Para vivir busca el bajo donde el pasto verde abunda, la vecindad de los ríos, las cañadas y lagunas.
El monte no lo seduce; el descampado le gusta; tender el ojo a lo lejos y contemplar la llanura.
Por el estero en bandadas se banquetea con verduras; pero se aparta en casales cuando el destino madura. (Dicen que entre esos esposos no hay peleas ni diabluras).
Cuando el espacio lo tienta raudo entre las nubes cruza; en el aire se aliviana y se duerme en las alturas.
Armado está del valor de su estirpe corajuda, y además con otras armas a su coraje lo ayuda: una lanza a cada lado y un cuchillo por las dudas.
Centinela que no yerra ni en la noche más oscura, tiende una antena al peligro su vigilancia segura.
Vibrando su tenso alerta que hiere la paz nocturna, su grito llena la sombra de interrogaciones duras.