Lechucita de las Viscacheras, Athene cunicularia
Es residente
Es residente
Poema de Marcelino M. Román 1944:
Redondos ojos febriles y túnica bataraza.
Entre su fealdad despunta su gracia disparatada.
Busca sus comodidades y con fuertes uñas cava una cueva en cuyo fondo tiene su blanca nidada.
Celosa cuida el contorno y agita, chillona y brava, sobre el lomo de los perros el filo de su amenaza.
Desde los aires vigila hasta que al suelo se larga.
Caza bichos cascarudos, atrapa ratas y lauchas y alza como si tal cosa una víbora en sus garras.
A eso de la nochecita, erguida en la sombra vaga, su chistido y su cus-cus desde el alambrado lanza.
En los postes del camino como un vigía se para y al viajero temeroso le dice cosas extrañas.
Su hosco chillido en la noche, entre grito y carcajada, deja el silencio y la sombra estremecidos de alarmas.
Le dicen bruta y le dicen que en muy malos pasos anda; ¡qué cosas dice la gente de una pobre que trabaja!
Redondos ojos febriles y túnica bataraza.
Entre su fealdad despunta su gracia disparatada.
Busca sus comodidades y con fuertes uñas cava una cueva en cuyo fondo tiene su blanca nidada.
Celosa cuida el contorno y agita, chillona y brava, sobre el lomo de los perros el filo de su amenaza.
Desde los aires vigila hasta que al suelo se larga.
Caza bichos cascarudos, atrapa ratas y lauchas y alza como si tal cosa una víbora en sus garras.
A eso de la nochecita, erguida en la sombra vaga, su chistido y su cus-cus desde el alambrado lanza.
En los postes del camino como un vigía se para y al viajero temeroso le dice cosas extrañas.
Su hosco chillido en la noche, entre grito y carcajada, deja el silencio y la sombra estremecidos de alarmas.
Le dicen bruta y le dicen que en muy malos pasos anda; ¡qué cosas dice la gente de una pobre que trabaja!